Escribo estas líneas sin conocer quién será el nuevo alcalde de mi ciudad; presumiblemente será el señor Maroto que, en buena lid (aunque en un penoso sistema partitocrático), ha ganado las elecciones. En todo caso soy un ciudadano indignado y quiero dirigirme a mi alcalde, y al resto de concejales, para manifestarle el motivo de mi indignación y lo que me lleva a manifestarme este sábado frente al Ayuntamiento.
Esta semana mi grado de indignación ha llegado a su punto más álgido, ha habido una “gota que ha colmado el vaso”: el que presuntamente va a ser nuevo alcalde se compromete a avalar con recursos públicos un crédito al Alavés. Y además lo enmascara diciendo que no se van a entregar recursos, sólo avalar… Qué gran mentira: el aval es sólo una parte más de toda la operación, en la que se han comprometido para ejercicios sucesivos cuantiosísimas subvenciones a cuenta del presupuesto, es decir, a cuenta de nuestros impuestos, es decir, a cuenta de nuestro trabajo. A lo que hay que sumar “cambalaches” con una caja pública para que conceda un préstamo de alto riesgo (que ninguna otra entidad ve viable) en condiciones ventajosas, cancelación de enormes deudas tributarias, compra de activos a precios sobrevalorados, etc. En este “juego macabro” están implicadas diversas Instituciones y partidos y es un compendio, nimio pero ejemplarizante, de cómo durante estos años los partidos políticos han manejado las instituciones, las cajas de ahorro y los presupuestos públicos como un cortijo particular, llevando al Estado al borde de la ruina. Cuando finalmente se produzca la quiebra y los acreedores extranjeros nos auditen y vean en qué hemos empleado los recursos que nos han prestado y que nunca vamos a devolverles (procedente del trabajo y el ahorro de simples pensionistas, amas de casa y trabajadores del centro y norte de Europa) esperemos que los responsables políticos de éste y otros dispendios sean juzgados.
Es algo habitual, un ejemplo más como tantos otros de mal uso de los recursos públicos: incurriendo en enormes déficit y con el dinero de los trabajadores, y demás contribuyentes, se está favoreciendo desde las Administraciones a clubs y actividades privadas (Baskonia, Real, Athletic,…) y transfiriendo enormes recursos de los trabajadores y las clases medias a deportistas millonarios (como se hace con las grandes empresas cercanas al poder) que ganan en un año más que cualquier trabajador en toda su vida laboral, lo que no critico, pero que además tienen concedido por nuestras Diputaciones un régimen fiscal especial que les hace pagar menos que cualquier trabajador, lo que critico totalmente. En definitiva: ¡estoy harto de madrugar y trabajar para que se apropien del esfuerzo de mi trabajo para dilapidarlo y destinarlo a fines totalmente ajenos al estado de bienestar!
Sí, por eso estoy indignado. No propugno que los cargos públicos hagan políticas de izquierdas o de derechas, nacionalistas vascas o españolas, o que, teniendo mis propias preferencias, el Ayuntamiento esté regido por Maroto, Urtaran, Lazkoz o Belakortu. No, propugno que los ciudadanos decidan en las urnas quiénes han de regir las institución públicas… pero que ese voto no sea un aval que permita a la casta política desentenderse de los ciudadanos durante cuatro años gobernando a espaldas de éstos, con privilegios que los apartan del resto de los ciudadanos, tomando decisiones que favorecen a unos pocos, creando redes clientelares, parasitando la sociedad civil, incurriendo en favoritismos y corruptelas, no priorizando los gastos y endeudándonos sin sentido, proyectando inversiones faraónicas que comprometen nuestro futuro (¡que las sometan a referéndum y decidamos entre todos ir a la ruina!), y, en definitiva, dilapidando los recursos públicos y empobreciéndonos. Yo he votado estas pasadas elecciones pero, tristemente, antes de empezar la nueva legislatura estoy comprobando que estos políticos no me representan.
Quiero un Ayuntamiento “transparente”, quiero que publiquen en la web municipal el destino de cada céntimo de euro del presupuesto público y, con nombre y apellidos, la posición de cada concejal sobre cada asunto sometido a votación. Y seguidamente quiero listas abiertas que me permitan tachar a cualquier implicado en casos de corrupción y a cualquier aspirante a concejal que sea partidario de apropiarse de mis recursos, del esfuerzo de mi trabajo, para dilapidarlos inmisericordemente. En definitiva, quiero políticos transparentes, preparados y no corruptos ni profesionales de la política que se eternizan en sus poltronas, políticos que, llegado el caso, respondan de sus fechorías ante Tribunales independientes (y no ante el simulacro de separación de poderes que padecemos actualmente). Somos muchos los ciudadanos indignados que queremos que cada político decida si está con los ciudadanos o contra los ciudadanos. Si el nuevo alcalde y el conjunto de los concejales de la Corporación Municipal no están dispuestos a cambiar por sí mismos les vamos a obligar, pacíficamente, a cambiar. Queremos cambios, y los queremos ya.